ENSAYANDO ENSAYOS


Dondequiera que sea posible tomar una nota de cualquier índole, se puede comenzar a ensayar ensayos. 




Si quedan bien o mal, que los juzgue la crítica, pero las pretensiones son cualquier cosa que sea útil para seguir o no ensayando ensayos.


Los reveses son buenos y malos. Los buenos enseñan y los malos también.

 

Piyoyo salió muy contento de su lugar de trabajo. Tenía en sus bolsillos, la plata que recibió a manera de remuneración lograda por una esforzada semana de labores.

 

 Llegó a su vivienda, sábado al mediodía, con dos botellas   de cerveza  metidas en una funda plástica de color negro e igual cantidad de vasos plásticos, medio paquete de cigarrillos de su marca preferida y dos miniaturas de esos  bizcochitos de origen y calidad desconocidos, que se distribuyen en las pulperías y colmados, en una envoltura plástica, para su mujer, apodada Candita, y su hijito Yulín.

 

El infante es un acucioso fuera de serie.

 

Tiene cosas de esos muchachitos, que como dice la tradición acerca de esos genios a destiempo, "no se van a criar". Hoy en dia, lo diagnostican como una discapacidad que han denominado “trastorno del espectro autista”.

   

Yulín sabía, que en la noche de ese día,  habrían de “poner los reyes magos” y por esa razón,   había pensado en preparar el ambiente acostumbrado,  buscando unas cuantas ramitas de "yerba de guinea", para formar un pequeño atado con una bandita elástica, un vaso de agua y un cigarrillo, que colocaría en un plato y dejar todo debajo de su camita.


La tradición enseña a los infantes, que unos reyes magos, montados en camellos y guiados por una estrella, fueron a adorar un niño que nació en Belen y le llevaron como ofrenda,  oro, incienso y mirra.


Esa historia, llena de fantasías, propia de las mil y una noches, llena de ilusiones a los niños y tenían que portarse bien para adquirir el derecho a recibir regalos de sus padres, tíos, padrinos y demás admiradores  de su comportamiento, en nombre de esos "Reyes Magos". 


No era para menos, Yulín lo merecía todo por su obediencia, respeto a sus padres y por haber aprendido de memoria algunas oraciones para recitarlas al acostarse y al levantarse.

 

Con Dios me acuesto,

Con Dios me levanto,

Con la gracia del padre, del hijo y del Espíritu Santo.

Amén. 

Angel de la guarda,

Dulce compañía,

No me desampares,

Ni de noche, ni de día.


El niño ve la “tele” con mucho entusiasmo y hace sus encomiendas escolares con puntualidad y sin tener que ser inducido por su madre. 


En la tardecita suele jugar al “topao” con algunos coetáneos del entorno y retorna a su casita tan pronto como se le requiere  para rezar el “santo rosario en familia” con unas monjas que lo hacen diariamente por una estación de radio que sintoniza su mamá.

  

Con todo ese aval, Yulín merecería el regalo mas valioso y útil que pudiera comprarse en su casa.


Mientras sus padres disfrutaban de las dos primeras cervezas, empezaron a televisar las carreras de caballos y el entusiasmo hizo que también empezaran los viajes al colmadito de Yuya a buscar mas cervezas para reponer las que se iban agotando en la medida que crecía el afán por ver ganar el potro favorito que correría en la “carrera estelar” que sería la ultima del programa de ese día. 


Yulín pensando en su regalo de reyes, sin aún saber,  que el responsable de complacer ese deseo estaba llegando a un trance que lo obligaría a irse a la cama o quedarse en brazos de morfeo en la misma mecedora que ocupaba mientras disfrutaba de las carreras de caballos, vasos de cerveza, trocitos de salami y queso amarillo, de cuando en cuando, pero sin pasar por su mente el regalo esperado por su hijo.


Serían casi las siete de ese atardecer invernal, cuando su compañera Candita, se atrevió a sacudir a su marido por un hombro y decirle en lenguaje de jerigonza que recordara el juguete que había que comprar para Yulín por el dia de reyes.


-¡Cooño! ¿Ahora es que tu me lo dices?


-De eso hemos hablado muchas veces y tu saliste bien temprano del trabajo y te pusiste a beber y a ver televisión como un “deseperao”.


-Parece que no será posible, tengo sueño y toy “ajumao”.


-Entonces, que le diremos mañana?


-Déjame eso a mi….     

 

 




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